sábado, marzo 28, 2009

Hoja de reclamaciones

Hace dos años me quedé con las ganas de escribir sobre las hojas de reclamaciones. En aquella ocasión tuve un percance en Media Markt con una cámara de fotos. Costaba 58 € y fui expresamente a la tienda para comprarla. Funcionó... durante unas pocas horas hasta que la tapa del objetivo se cerró para no abrirse nunca más. Cuando a los dos días fui a canjearla, me dicen que las cámaras de ese modelo se les han agotado, y que si quiero pagar 40 euros más por otra cámara distinta. Y de ninguna manera. Había ido a ese establecimiento atraído por la oferta del folleto en el cual salía una enorme fotografía del producto, con el pequeño precio aún más grande, y no tenía porqué plantearme pagar más por otro producto. Tras hacerme perder dos tardes y sentirme tonto, decidí poner una hoja de reclamaciones.

Pues bien, anoche mismo puse mi segunda hoja de reclamaciones. Había ido con mis amigos a un buffet libre de la cadena Fresc Co (este está en Madrid, calle fuentes 12, metro de Ópera) y tras sentirme estafado y comentar la jugada con el resto, decidí ponerla. Es un local al que ya habíamos acudido otras veces y del cual no habíamos salido excesivamente disconformes. Pero esta vez era unánime, no se trataba de la pijotería de unos pocos de nosotros, sino que era algo general. No había quién se comiese aquello. No porque estuviese en mal estado (espero que no) sino porque aquello no sabía a nada. La pizza muy fina y sin queso, la pasta sosísima, la carne (que no identifico) grasienta y en un guiso mal preparado. Bueno también había ensaladas y frutas, de las cuales lo poco que probé tampoco me gustó.

En buen ejercicio de mis derechos como ciudadano cuando le pido al encargado la hoja de reclamaciones, este me dice que no tiene porque se le habían acabado ese mismo día (por algo sería), y claro, diciéndomoe que "si la tuviera" me la habría dado. Cuando le digo "pues es su obligación" me contesta con una actitud algo chulesca: "pues no puedo hacer nada, llama a la policía si quieres". De todas formas ahí tienes un buzón de sugerencias". En esa hoja de sugerencias había un cuestionario poco riguroso en el que podías puntuar distintos aspectos. Y bueno, me dije, mejor que nada... y lo rellené.

Al contarle la jugada a mis amigos, me hicieron plantearme en serio lo de llamar a la policía: me ofrecieron un teléfono. Me lo pensé dos veces, pero al salir del local, había muy cerca de allí unos agentes patrullando y entonces no dudé. Tras darle a los agentes las explicaciones que me requerían, salieron del coche y me acompañaron al restaurante. Me pideron la documentación, entramos al local, comprobó el agente que efectivamente no tenían hojas y me preguntó: "¿le vale con la sugerencia?", a lo que respondí: "no, no me vale", y me dio unos papeles para que los rellenara.

Estábamos esperando en la calle a que el encargado rellenase su parte cuando vimos como una pareja que iba a entrar, tras oir nuestra conversación y ver a uno de los policías dentro, declinaron entrar: gente lista. Cuando aún estábamos cenando, uno de mis amigos le había dicho a unos que estaban entrando: "no entréis, no os lo recomiendo", pero estos no fueron tan listos: entraron.

Y poco más. Salió el policía del local, me dio una de las hojas y me dijo dónde la tenía que entregar. Fin de la historia.

Mis reflexiones son varias. Una de ellas es que por primera vez en mi vida, he visto a la policía de mi lado. Precisamente porque soy una persona pacífica y no me meto en líos, siempre me habían parecido (y me lo siguen pareciendo) unos impertinentes que sólo quieren molestar a los que menos culpa tienen, y que demuestran que rara es la especie del policía educado. Y aunque entiendo que para combatir el mal de la ciudad sea necesario ir de tipo duro, pues a uno le jode, por ejemplo que le denuncien por estarse bebiendo una cerveza sin molestar a nadie... con la ley antibotellón como excusa. Y estoy de acuerdo en que hay que combatir el alcoholismo, pero cuando una ley es absurda, es absurda.

La otra refexión es que si todo el mundo hiciese como yo, y pusiese hojas de reclamaciones en aquellos sitios (¡ojo! sin decir mentiras ni exagerando) donde siente que se están riendo en su cara y que se merece más de lo que le han dado por ese precio, otro gallo cantaría. Se nos olvida que la mera acción de "no volver al sitio" es algo que no tiene la más mínima repercusión para el local. La difamación boca a boca, ya sí la tiene... pero no hay nada como el papeleo. Además, ya que te han jodido, por lo menos disfruta reclamando.

Si alguien sintiese algo parecido le invito a que vote y añada sus opiniones a esta página que tiene en ciao: http://www.ciao.es/Fresc_Co_Madrid__494061