viernes, abril 13, 2018

¿Debemos luchar por la palabra Democracia?

Tengo clara la respuesta: sí. Las guerras dialécticas son las primeras que hay que librar cuando se pretende impulsar una reflexión colectiva. Toda la política se basa en el uso de las palabras. A veces para esconderlas (como cuando el PP decidió cambiar la palabra "imputado" por "investigado"), a veces para apropiárselas (como cuando el PSOE se coloca en la "izquierda", contribuyendo a la confusión de los menos politizados). Ciudadanos, después de denostar el feminismo, ha querido entrar a luchar en ese terreno de juego, el dialéctico, para tratar de imprimir su propio significado (de derechas) al uso corriente de la palabra. Como es lógico, muchas feministas de izquierdas desean luchar para evitar esa apropiación del término. El poder siempre quiere apropiarse de las palabras que le suenan bien a la gente: liberalismo (palabra robada por los corruptos), democracia (palabra robada por regímenes gobernados por élites).

Creo en la lucha como una constante, como un equilibrio inestable, como un estado vital en el que casi nunca vas a ganar, pero en el que si es posible empatar. Lo que quiero decir es que el poder económico siempre va a luchar por su máximo beneficio, a veces le va a bastar el marketing, es decir, el uso de las palabras para su propio beneficio. Si no luchamos, si no resistimos, el poder se acabará apropiando de todas las palabras que usemos; haciendo cada vez más difícil nuestro propio entendimiento. Cuando digo "empatar" quiero decir resistir.

¿Debemos luchar por la palabra Democracia?

Participo en un grupo de Medialab-Prado cuyo cometido es fomentar el debate y promocionar el azar como método de selección de representantes con el fin de democratizar el sistema en el que se aplique. Internamente tenemos más o menos interiorizado que el sorteo es NECESARIO para la DEMOCRACIA. Y así lo veo yo también. Sin embargo, cuando tengo la oportunidad de contarle a algún amigo a qué nos dedicamos en el grupo "Igualdad por Sorteo" (así se llama), no me apetece ser tan maximalista (o pedante). Simplemente les digo: debatimos acerca de cómo utilizar el sorteo para MEJORAR la democracia. Casi sin querer, negocio conmigo mismo para enfocar mi breve frase a resumir qué hago. Me parece un buen primer paso haber puesto la palabra "sorteo" en mi boca. Puedo llegar a ponerme muy pedante. Esta ocasión no lo merecía.

"Debatimos sobre cómo utilizar el sorteo para mejorar la DEMOCRACIA", - suelo contar. ¿Quiere eso decir que asumo que vivimos en una democracia? En absoluto. ¿Quiere eso decir que "paso" de luchar por la palabra democracia? Pues no. Pero insisto, no es plan de ponerse pedante. Cada cosa tiene su momento.

Veo extraordinariamente dificil que la palabra democracia vaya a cambiar de significado popular de la noche a la mañana. Para la gran mayoría de la población, "democracia" es, ante todo, una manera rápida de decir "democracia representativa", en la que el pueblo tiene el poder de elegir representantes políticos para que ejerzan el poder (y no quiero entrar en detalles), es decir, en la que el pueblo NO tiene el poder. Para que el pueblo tenga el poder debe tener derecho a decidir DIRECTAMENTE acerca de los temas importantes (mediante referéndums​). Pero es que solo el pueblo puede saber cuáles son sus propias prioridades, los temas importantes sobre los que decidir (y no las élites, que gobiernan para sí). En esta deliberación es inviable que participen millones de personas: la alternativa es tomar muestras estadísticas de la población para que deliberen acerca de cada tema. La DEMOCRACIA, sin apellidos, es esto, y si no te gusta esto, no te gusta la democracia. Te podrá gustar la elección de representantes, o la preferirás a un dictador (y hay quién prefiere a un dictador) pero la DEMOCRACIA sin apellidos es un reto, para algunos un abismo, poco explorado en la práctica. Tanto es así, que tal es el secuestro de la palabra y tal es la dificultad para recuperarla.

Me parece muy bien que sobre el papel se asuma que "democracia representativa" es un oxímoron, pero si queremos dar visibilidad al sorteo, más vale que lo planteemos a nuestros amigos como "una herramienta posible", que no como "la única herramienta posible". Cada persona merece hacer su propia reflexión y decidir si tenemos algo de razón o si estamos como una regadera. Para ello, y lo digo sin teorizar demasiado, si quiero hablar a mis amigos sobre el sorteo, mi primer objetivo es tratar de evitar un rechazo frontal de la idea, es decir, si logro un consenso en el que "el sorteo es capaz de mejorar la democracia", quizá me reconforte.

En el grupo de trabajo en el que participo, resurge de vez en cuando el debate acerca de cómo llamarnos. A día de hoy nos llamamos "Igualdad por Sorteo" y se ha planteado la alternativa "Democracia por Sorteo". Es cierto, puede que esta última sea incorrecta, pues, como ya he argumentado, la DEMOCRACIA sin apellidos necesita del SORTEO, si no no es democracia. Sin embargo, a mi me gusta más esta última, porque me parece una buena manera de DISPUTAR la palabra a las élites. Me parece un buen primer paso contribuir a que deje de ser tan "obvio" que "democracia" significa "democracia representativa". Contribuir a que sea cotidiano que "democracia" pueda significar "democracia directa" o "democracia por sorteo". Ojalá podamos seguir hasta recuperar la palabra del todo.