jueves, abril 07, 2016

¿Precipitarán los independentistas catalanes un nuevo triunfo electoral del PP?

Por fin. Después de tres meses de intrascendentes excursiones por el tablero de ajedrez, parece que PSOE y PODEMOS han llegado ese punto de la partida en el que, incapaces de sacar más ventaja estratégica al oponente, lo más inteligente resulta ser firmar la paz. Como no podía ser de otra manera, los políticos han jugado con los tiempos a conveniencia, han calculado -lo mejor que han podido, no olvidemos el factor humano- el momento en el que aparecer Pedro y Pablo de la manita.

Si hay algo que me molesta de estos movimientos no es tanto el lugar al que les hacen dirigirse, algo que juzgo inevitable si el objetivo es que PODEMOS esté en el gobierno, sino que la elección de los momentos elegidos tiene demasiado que ver con maximizar el rédito electoral y demasiado poco con la incorporación de la ciudadanía a la toma de decisiones en lo que a la política de pactos se refiere. Una o ninguna. Esas son las veces que PSOE y PODEMOS han tenido a bien consultar con sus bases durante estos tres meses "algo" relacionado con la política de pactos... y ni siquiera ha sido PODEMOS. Resumiendo, tres meses de nueva política, vamos.

Sea como fuere, por fin ha arrancado el troncomóvil. Yo creo que se dirige hacia una votación de investidura infructuosa, al menos en primera vuelta, con Garzón y Baldoví en los asientos de atrás del vehículo. Creo que tanto a Pedro como a Pablo, a ambos les interesa salir bien guapos en esa instantánea que ha de dejar a un lado a los 161 diputados (PSOE, PODEMOS, IU y Compromís) y al otro lado, a la derecha (PP) y a todos aquellos partidos que prefieran no situarse al lado, sino enfrente del polo PSOE-PODEMOS.

Tanto a PSOE como a PODEMOS les interesa esa foto porque en este tiempo político que se abrió tras el 20D, la ciudadanía va a premiar a aquellos partidos -refiriéndome sobre todo, de entre los cuatro grandes- capaces de transigir con los inmediatamente próximos en el espectro político. Para el caso del PSOE, encadenar acuerdos a un lado y a otro, es decir, haber logrado un acuerdo con C's y después otro con PODEMOS, le situará como el partido responsable y centrado que ha sido capaz de pactar a ambos lados. Incluso aunque este último le suponga romper con C's. El regusto dulce de haber roto con un partido de derechas que demuestra, una vez más, que no quiere echar al PP, puede colocar al PSOE en una buena posición ante el electorado en caso de fracasar también la segunda votación de investidura y terminar en elecciones. Para el caso de PODEMOS, creo que, si es que logra conservar una buena posición en la parrilla de salida en la -quizá inminente- campaña electoral, va a depender de otros factores complejos, sí... pero no me cabe duda: no transigir con el PSOE le perjudicaría más que beneficiarle.

Detengámonos en el instante siguiente al supuesto fracaso de la vía 161. ¿C's alineado en el mismo lado que ERC y DiL? Este es el extremo que más me cuesta imaginarme.

Que los focos sobre el careto del protagonista de todo esto, Pedro Sánchez, no hagan olvidar a nadie que en unas elecciones nuevas el debate principal ya no será hacia qué lado se hubo torcido más el tal Pedro: el debate principal es posible que sea si tienen razón o no las gentes del partido de la gaviota cuando digan aquello de que los pactos no funcionan, que mejor que les votemos a ellos. ¿Acaso podemos asegurar que el PP no vaya a capitalizar la parte que le toca de ese discurso? Y, si tras unas nuevas elecciones, PP + C's suman, ¿cómo justificarán los independentistas catalanes haber desperdiciado esta ventana de oportunidad para conseguir algo mediante el pacto, aunque sea mediante una reforma constitucional?

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