Yo estuve allí. Y estuve a mi rollo, pasando un buen rato con los colegas. Estuvimos bebiendo. Sin meternos con nadie. Y aunque suene a lo de siempre, a la eterna excusa: fuimos seres pacíficos, así como el grueso de los allí presentes. Sin embargo, viendo lo que allí vi, antepongo la seguridad ciudadana a mis ganas de pasármelo bien en las fiestas de mi patria chica donde toda la vida se han celebrado. Tristísimo.
A cosa de las doce y media llegamos a la zona. En ese punto de la noche observamos que el plan de seguridad no consiste más que en el capricho de impedir que nadie entre a la plaza del “dosde” con bebidas alcohólicas. La decisión puede ser defendible, pero es que no se estaba siendo consecuente. Todas las calles colindantes estaban atestadas de gente disfrutando de las fiestas, de sus excesos y si es que esta es la excusa: sin dejar dormir a los vecinos. ¿Recuerdan la que se montó en Tenerife porque se querían prohibir los carnavales? Dado que la policía hacía mucho más ruido que nosotros, supongo que esa no será la excusa. A menos que el mundo sea hipócrita. ¿Por qué no lo es, no?
Pasé más de dos horas de agradable fiesta y casualmente salimos de la calle de La Palma , para dar una vuelta por ahí. Hasta entonces, las tres de la madrugada, estaba todo tranquilo. En la calle Barceló, de repente, empezamos a ver cómo empiezan a llegar un montón de policías. Callejeando por las calles periféricas observamos que la policía prácticamente había acorralado a los que aún estaban en el jolgorio. Miles de personas. Y entonces ¿que pasa? Una minoría de ideología antitodo empieza a propasarse arrojando botellas de litro de cerveza a la madera.
Antes de continuar, que quede claro que yo no me quejo de la cortada de rollo de la policía, pues lo más inteligente hubiera sido pasar la noche en cualquier otro lugar, intuyendo lo que iba a pasar y cómo lo contarían al día siguiente en el espejo de lo que somos. Me estoy quejando de la manipulación que se hace a posteriori y de la hipocresía o de las pocas luces que demostró el alma que dio las órdenes para actuar.
La policía, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y del municipio de Madrid, no fueron fieles a tal función. De seguridad: nada. Con el antecedente de la noche anterior, el medio más inteligente para conseguir tal fin es desplegar por todas las calles del barrio y desde media tarde, a toda la policía que acabó acudiendo. Pero no, se optó por esperar a que los energúmenos llevaran bien cargado el depósito de alcohol, y los ánimos se exaltaran cada vez más.
Reitero: respecto a seguridad, la policía fue un instrumento soberanamente inútil. Eso sí, se escogió muy bien el momento de abrir fuego, si lo que se quiere es hacer un reportaje vistoso al día siguiente en la televisión: demonizando el botellón, las fiestas del dos de mayo, y a los jóvenes en general.
1 comentario:
Era lo que interesaba... las elecciones estaban cerca y queda muy bien decir que la policia ha impuesto el orden a toda costa contra grupos de "yonkis", "borrachos" y "delincuentes" que sólo quieren molestar.
La misma basura de siempre.
Korbichuela.
PD. Me gusta este blog. Te lo curras y se nota.
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