La política no va de izquierdas y derechas. Va de antagonismos. Así, aunque Pedro el guapo sea de derechas, este señor está consiguiendo una buena POSE para aparecer, de una vez por todas, como "el gran antagonista de Rajoy".
Porque todo este viaje, desde el surgimiento de PODEMOS, siempre trató de eso: de liderar a la opinión pública contra Rajoy. Al principio (entiéndase, tras la retirada de Zapatero) Rajoy hacía y deshacía a su antojo teniendo enfrente, por un lado, a Rubalcaba ¡él era HERENCIA de Zapatero, poca alternativa podía ser! y por otro, a un 15M destituyente y muy rico en ideas anónimas.
El primero que dio un golpe encima de la mesa fue Pablo Iglesias, "cargándose" de un plumazo a Rubalcaba, a Juan Carlos I y a Rosa Díez en aquellas europeas de 2014. Iglesias ganó la batalla mediática durante más de un año, aunque en realidad, ni siquiera durante ese tiempo, nunca llegó a ser "el gran antagonista de Rajoy". Dos circunstancias sumadas lo impidieron: la promoción constante de Rivera por parte del poder mediático y la cohesión natural del partido socialista en torno a su nuevo y mediocre líder (algo sólo posible mediante el inmenso poder territorial que aún conserva el partido).
La anomalía política que vivimos radica en que en 2015 había tres aspirantes a gran ser "el gran antagonista de Rajoy": Rivera (aspirante a antagonista dentro de la derecha), Iglesias (aspirante a antagonista de PP y PSOE al mismo tiempo) y Sánchez.
Y ahí está la clave: sus respectivos liderazgos no triunfaron tanto por querer representar una ideología, un trozo de la tarta política, sino por pretender liderar un antagonismo hacia Rajoy, cada uno desde su perspectiva. La política se mueve por liderazgos y antagonismos, más que por ideas.
Pues bien, podría parecer que toda esta sucesión de campañas electorales no ha servido para nada (no han sido DOS, han sido SEIS desde 2014) pero, en torno a la clave que estoy desarrollando, yo creo que sí. Rivera, por ejemplo, pasó de ser el más beligerante antagonista (puntual) de Rajoy en el debate a cuatro... a votarle como Presidente del Gobierno, indultando moralmente a una gran cantidad de corruptos del partido de la gaviota. Iglesias pasó del discurso de la casta a centrarse más en el objetivo, más clásico, de elegir a Rajoy como principal antagonista político. Mientras, Sánchez, aguantando el tirón.
No nos engañemos, la lucha de Rivera por el papel antagónico siempre fue una farsa. Al fin y al cabo, sólo le pusieron ahí para incordiar, para entorpecer el plan de Iglesias. Votando sí a Rajoy rubrican su retirada de la batalla. Un repliegue esperado por quien se diera cuenta de que C's fue puesto ahí para apuntalar al bipartidismo. Nunca buscaron poder directo (recordemos: no quieren sillones), sólo obedecen órdenes. En cambio, tanto la lucha del PP por conservar el gobierno como las de PSOE y PODEMOS por arrebatárselo es más que real.
La estrategia de Sánchez siempre fue la misma, desde diciembre: hacer perder a Rajoy una investidura. Le ha costado mucho conseguirlo, pero al fin está en la casilla que tanto deseaba. Las presiones (muchas de ellas, en mi opinión, impostadas) a las que se está viendo sometido Pedro Sánchez para que deje pasar a Rajoy le dan un protagonismo suficiente para erigirse ante la opinión pública, durante unos días, como "el gran antagonista de Rajoy"... algo que NADIE había conseguido en estos casi cinco años (desde que Mariano es presidente).
Si Sánchez juega bien sus cartas, será presidente del gobierno este otoño. Esto pasaría por, como el mismo diría "ser el PSOE", es decir, si no pacta nada explícito con C's, tendrá asegurados los votos de PODEMOS (a los cuales no veo jugando a la ruleta rusa de unas nuevas elecciones). Por otro lado, como lo que dará a PODEMOS será "poquito", C's también podría votar que sí (de lo contrario quedaría demasiado escorado a la derecha, firmando su sentencia de muerte en las siguientes elecciones, sean cuando sean). Pero si Pdr no sabe gestionar bien su liderazgo, será Rajoy el que, con o sin terceras elecciones, será investido presidente.
Mientras, PODEMOS debe asumir la derrota de la batalla contra Rajoy, para centrarse en lo importante, democratizar su partido e intentar aprender a representar a sus eventuales cinco o seis millones de votantes, muchos de ellos, irreverentes e irrepresentables de espíritu. Ardua tarea. Pero con Sánchez de presidente podrá hacerlo: proponiendo leyes y haciendo que se retrate cada uno de demás partidos del hemiciclo. Con Rajoy de presidente, no. Veremos.
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