Si bien el determinismo cosmológico afirma que el universo (sistema cerrado) se rige por unas leyes físicas inquebrantables, incluyendo las decisiones humanas que son resultado de la actividad cerebral; y que, en consecuencia, todo lo que acontece sucede así porque nunca podría haber sucedido de otra manera: el determinismo político sería una cosa bien distinta.
El ser humano como especie, es un sistema abierto dentro del conjunto del universo, con lo cual el devenir del ser humano es totalmente indescifrable, es decir, prácticamente azaroso. Y es por esa razón que aunque se asuma un determinismo cosmológico, el ser humano conserva su libertad y su libre albedrío al considerar su propio punto de vista.
Con lo cual, las formas de organización, sus comunidades, sus países, han sido creados para disfrazar de orden la caótica realidad de la naturaleza humana, consiguiendo así que a pesar de lo inescrutable del destino y de la frustración que conlleva esta ingorancia, la política podría hacer que la gente pudiera llegar a considerarse partícipe del devenir social de su comunidad.
Sin embargo, aunque la política debería ser una cuestión útil, fácil y accesible para todos, la realidad es bien distinta. La burocracia y la palabrería no son más que herramientas inútiles para el ciudadano de a pie, que solo sirven para alejarle de aquellos que se mantienen en el poder y toman las decisiones y para que éstos se perpetúen en su trono.
La política se hace sumamente complicada. Es necesario descifrar de los oradores, qué mensajes son realmente sinceros, qué propuestas son beneficiosas de verdad (en lugar de parches que quién sabe si se está creando a largo plazo un nuevo problema). Tantos países, tantas corrientes, tantas propuestas, tantos intereses, tantas teorías que venden la panacea... y tan poca información a la vez. No podemos saber cuál es el camino correcto cuando no sabemos qué necesitamos de la política.
Es inaccesible, precisamente por eso, porque la información que se tiene es confusa y contradictoria. Porque aunque se tenga la mejor teoría para salvar a la humanidad de sus propios desastres, las corrientes de opinión ya están previamente establecidas y los medios de comunicación relevantes son oligopólicos.
Es decir, el destino político de la humanidad está determinado por las corrientes, los cambios serán tan lentos que la contribución de cualquier persona será tan insignificante que cada vez tendrá menos valor.
Esto no tiene porqué ser malo. Hay personas que aceptan el sistema político actual como la mejor forma de caminar hacia el orden social. Al igual que muchas personas explican el caos del Universo con un dios. El orden, sea del tipo que sea, da cobijo y tranquilidad natural al ser humano. Para los que no lo aceptamos, lo mejor que podemos hacer para nuestra felicidad es buscar otro tipo de orden en otros ámbitos: es decir, luchar por nuestra libertad de otra manera en lugar de chocarnos con el muro construido por los poderosos.
Esto nos hace creer en "el determinismo político". El concepto es burdo, casi absurdo, tanto como el concepto de azar, pero la cuestión es que en la práctica es cierto. Las decisiones las toman otros y nosotros no pintamos nada.
El ser humano como especie, es un sistema abierto dentro del conjunto del universo, con lo cual el devenir del ser humano es totalmente indescifrable, es decir, prácticamente azaroso. Y es por esa razón que aunque se asuma un determinismo cosmológico, el ser humano conserva su libertad y su libre albedrío al considerar su propio punto de vista.
Con lo cual, las formas de organización, sus comunidades, sus países, han sido creados para disfrazar de orden la caótica realidad de la naturaleza humana, consiguiendo así que a pesar de lo inescrutable del destino y de la frustración que conlleva esta ingorancia, la política podría hacer que la gente pudiera llegar a considerarse partícipe del devenir social de su comunidad.
Sin embargo, aunque la política debería ser una cuestión útil, fácil y accesible para todos, la realidad es bien distinta. La burocracia y la palabrería no son más que herramientas inútiles para el ciudadano de a pie, que solo sirven para alejarle de aquellos que se mantienen en el poder y toman las decisiones y para que éstos se perpetúen en su trono.
La política se hace sumamente complicada. Es necesario descifrar de los oradores, qué mensajes son realmente sinceros, qué propuestas son beneficiosas de verdad (en lugar de parches que quién sabe si se está creando a largo plazo un nuevo problema). Tantos países, tantas corrientes, tantas propuestas, tantos intereses, tantas teorías que venden la panacea... y tan poca información a la vez. No podemos saber cuál es el camino correcto cuando no sabemos qué necesitamos de la política.
Es inaccesible, precisamente por eso, porque la información que se tiene es confusa y contradictoria. Porque aunque se tenga la mejor teoría para salvar a la humanidad de sus propios desastres, las corrientes de opinión ya están previamente establecidas y los medios de comunicación relevantes son oligopólicos.
Es decir, el destino político de la humanidad está determinado por las corrientes, los cambios serán tan lentos que la contribución de cualquier persona será tan insignificante que cada vez tendrá menos valor.
Esto no tiene porqué ser malo. Hay personas que aceptan el sistema político actual como la mejor forma de caminar hacia el orden social. Al igual que muchas personas explican el caos del Universo con un dios. El orden, sea del tipo que sea, da cobijo y tranquilidad natural al ser humano. Para los que no lo aceptamos, lo mejor que podemos hacer para nuestra felicidad es buscar otro tipo de orden en otros ámbitos: es decir, luchar por nuestra libertad de otra manera en lugar de chocarnos con el muro construido por los poderosos.
Esto nos hace creer en "el determinismo político". El concepto es burdo, casi absurdo, tanto como el concepto de azar, pero la cuestión es que en la práctica es cierto. Las decisiones las toman otros y nosotros no pintamos nada.
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