viernes, junio 26, 2009

Las grandes fortunas

La falta de acuerdo en los debates que giran alrededor de las grandes fortunas es el grandioso muro en el que, de base, suelen chocar las ideologías de la izquierda y las de la derecha. Muchas personas de derechas suelen argumentar que sin las grandes fortunas, sin los grandes empresarios, sin las grandes inversiones, sería imposible crear riqueza, y crear trabajo al fin y al cabo. Argumentan también que hay grandes fortunas que son fruto de un duro trabajo.

Las personas de izquierdas, siguiendo con los tópicos, diremos que son más idealistas, y piensen o no que aquellos de derechas que dicen tales cosas tienen razón, centran el debate en algo que es más que una evidencia: las desigualdades. Y las argumentaciones acaban por diluirse en debates vacíos, ideológicos, en los cuales lo único que se hace es perder el tiempo mareando la perdiz. Y mientras se marea la perdiz, hay ricos que siguen siendo muy ricos y pobres que siguen siendo muy pobres.

Ante este galimatías tan cotidiano lo que se me ocurre es, analizando detenidamente los argumentos, partir de una base en la que se tomen como ciertos los argumentos derechistas y a ver hasta dónde llegamos. No se me ocurre qué pretextos pondrían los ricos para contradecirme, y a la vez permanecer a este lado de la delgada línea que separa la verdad de la falacia. Analizar esto sin caer en la demagogia es difícil; no obstante, lo intentaré.

"Sin las grandes fortunas sería imposible crear trabajo".

Esta es la argumentación a la que más se recurre cuando se pretende justificar la existencia de las grandes fortunas. Supongamos que sea cierta y que, por tanto, la clase obrera deba agradecer a Dios que siga habiendo ricos ya que sin éstos el obrero se quedaría sin su puesto de trabajo. No parece lógico que pueda haber más argumentación con la que la propia clase obrera pueda seguir justificando la existencia de las grandes fortunas. Así pues es inadmisible que haya fortunas aparcadas que no generen empleo.

Siendo así, no me parece nada descabellado, concluyendo que el patrimonio y la renta de una persona sobrepasa un cierto límite, que se determinase, en consonancia con el porcentaje de población activa y la renta media, cuántos puestos de trabajo pueden crearse potencialmente a partir de esa renta y de ese patrimonio millonario. Y si el ricachón dice que no quiere meterse esos negocios "solidarios" de los que obviamente él mismo podrá obtener cierto beneficio, pues será inflado a impuestos. Y sería inflado hasta el knock out o hasta que espabile.

También puede darse la posibilidad de que un empresario considere arriesgado contratar a tantos empleados como los que se le ha dicho que tiene capacidad, pensando en que no va a ser capaz de gestionar sus recursos tan eficientemente como para poder mantenerlos de manera prolongada. En ese caso tendrá que contribiur con parte de su capital en los programas estatales de formación de las personas en desempleo -en una cuantía menor que los correspondientes sueldos.

Una empresa no podrá despedir de manera improcedente a sus empleados hasta que no se dé la circunstancia de que el patrimonio y el poder adquisitivo de los directivos haya descendido hasta el nivel de aquellos empleados a los que pretendía despedir. Una vez que la situación sea insostenible, con absolutamente toda la empresa -directivos incluídos- en paro, todos recibirán del Estado un subsidio de desempleo y formación específica para conseguir trabajo ya sea por cuenta ajena o propia.

"Hay grandes fortunas que son fruto de un duro trabajo".

No todos los puestos de trabajo merecen la misma remuneración, en eso creo que todo el mundo puede estar de acuerdo. Existen pluses de peligrosidad, de nocturnidad, de antigüedad. También tiene lógica que los trabajos cualificados, cuyo puesto ha sido conseguido tras llevar horas y horas durante años y años estudiando tengan mayor remuneración que aquellos que no cualificados. Y, como se ha dicho antes, también merece un plus el que sea capaz de darle trabajo a otra persona. Además, se debe incentivar a la gente a que, a base de su esfuerzo, pueda optar a un sueldo un poco más alto -y, por tanto, a mejor calidad de vida.

Fuera de estos supuestos se atenderá a unos baremos que fijen cuál es el sueldo máximo al que puede optar una persona en unas condiciones determinadas, siendo ilegal - y no sólo inmoral- tener un sueldo y un patrimonio más alto del que ese baremo indica.

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