(Escrito para la revista "radicales libres" de la asociación estudiantil "Crisol" de la Facultad de ciencias químicas de la Universidad Complutense de Madrid, en el año 2006)
No pretendo referirme con este número que (paradójicamente) lleva un cero a la izquierda al número de teléfono de la policía. Se trata de un escindido grupo de música cuyo nombre tiene tres cifras significativas: de hecho también se les conoce como “los Cero”. Concretamente, es paradójico para mí (que los descubrí y de rebote)… pero lo cierto es que no han pasado a la historia como fenómeno de masas.
No pretendo referirme con este número que (paradójicamente) lleva un cero a la izquierda al número de teléfono de la policía. Se trata de un escindido grupo de música cuyo nombre tiene tres cifras significativas: de hecho también se les conoce como “los Cero”. Concretamente, es paradójico para mí (que los descubrí y de rebote)… pero lo cierto es que no han pasado a la historia como fenómeno de masas.
En los ochenta, y mientras muchos de nosotros veíamos la luz por primera vez, se dio como bien sabéis el movimiento cultural con el que nuestra ciudad le quitó mucho protagonismo a otros puntos de referencia. ¿Fueron quizá los populosos grupos de la movida (a los que por calificarles de este modo, no quito mérito) los que eclipsaron al grupo que aquí describo? No lo sé, pero apuesto a que perros viejos hacedores de ruido que hoy califican su trabajo como tal, son conocidos por más gente que los Cero. Cuestión de tendencias.
“¿Qué fue de King Kong, de los psicoanalistas, el jazz, que fue del siglo XX? ¿Qué fue del Dadá, del Big Bang y del no pasarán?, ya se han quedado atrás”. Así empieza uno de sus himnos, de su cuarto disco de estudio “Doce canciones sin piedad”, de 1989. Tampoco fueron piadosas las de los otros seis discos de estudio, grabados entre 1984 y 1995.
Y aunque haya quien diga que fueron breves, yo creo que fue un periodo ideal. En los dos primeros discos tendían algo al punk-rock que se hacía en los ochenta (dentro del pop-rock ese que no sé muy bien lo que es y casi todo lo abarca) y tuvieron tiempo para evolucionar. Poco a poco se hicieron más melódicos (que no es igual que cursi), mientras las letras tomaban el protagonismo. A destacar de entre muchas, “La canción del espantapájaros”, “Este es nuestro tiempo”, “La noche que la luna salió tarde”, “Cartas en la manga”, reitero: entre muchas.
Tras publicar el directo: “Último Concierto”, despidiéndose como era menester, se convirtieron en leyenda. Sin temas nuevos, pero con todos los grandes éxitos. Y los seguidores de los Cero tuvieron que esperar tres años para seguir disfrutando de al menos algo que se le pareciera. Una continuación del artista que fue principal artífice de la banda: José Ignacio Lapido.
Lapido escribió prácticamente todas las letras de 091, además de ser uno de los guitarristas. Un granadino que no tiene nada que envidiar a García Lorca en cuanto a que ambos fueron incluidos entre los 100 ilustres de esa región, del siglo XX. En la actualidad se gana la vida yendo de sala en sala por España, cuenta con cuatro discos en solitario, es columnista del Granada Hoy, el otro día me hice una foto con él…
Y a decir verdad no sé con qué quedarme, si con los Cero o con Lapido. Es otra voz, más experiencia, pero igualmente calidad. “Nadie besa al perdedor”, “Escrito en la ley” y “Cuando las palabras vuelvan del exilio” son algunas de las nuevas joyas.
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